A qué se refiere el Síndrome del Burnout
El Síndrome de Burnout, conocido también como agotamiento profesional o síndrome del quemado por trabajo, fue acuñado por el Psicólogo Norteamericano de origen alemán Herbert Freudenberger en 1974, quien lo definió inicialmente como “desgaste profesional” mismo que se da en personas que trabajan directamente con usuarios de diversos sectores de servicios humanos, que están sujetas a demasiado estrés provocado por la sobrecarga laboral, un ambiente laboral difícil y la poca o nula realización profesional, aunado a la despersonalización que siente el sujeto al considerarse invisible.
Hoy por fortuna y con todo un cúmulo de estudios neurocientíficos, existe un aliado para prevenir o afrontar y poder erradicar este síndrome, ya que la Neurociencia del Mindfulness o Atención Plena, es una herramienta psicológica, y más aún una práctica que se convierte en un modo de vida, sustentado y avalado por mas de 1000 estudios de Neurociencias que nos permite cambiar la percepción y el modo de relacionarnos con nuestros pensamientos, emociones, percepciones y juicios de valor. “A través del proceso de Mindfulness somos capaces de desindentificarnos del contenido de la conciencia (es decir, de nuestros pensamientos, emociones y juicios de valor) y de ver nuestra experiencia a cada momento con mayor claridad y objetividad.” (Shapiro. Arte y ciencia del Mindfulness 2014).
Las prácticas de Mindfulness disminuyen los factores de riesgo del Burnout
Además del ejercicio regular, las conexiones sociales nutritivas, las terapias cognitivo conductuales, encontramos que las Prácticas de Mindfulness han demostrado ser una manera muy efectiva en la reducción del distrés, fomentando la consciencia del momento presente y disminuyendo la reactividad emocional.
Prácticas que han demostrado reducir la activación del sistema nervioso simpático y promover la relajación.
En un mundo caracterizado por la constante agitación y las demandas incesantes, la práctica del mindfulness emerge como una poderosa herramienta para cultivar la serenidad y reducir el estrés.
Al adoptar estas técnicas, no solo podemos reducir el estrés, sino también cultivar una conexión más profunda con el momento presente y nutrir nuestro bienestar emocional. La ciencia respalda los beneficios del mindfulness, destacando su capacidad para transformar la relación con el estrés y promover una vida más equilibrada y plena.
Podemos cultivar la serenidad en medio del ajetreo cotidiano, al aplicar diversas prácticas tanto formales como informales, poniendo atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar, sin aversión ni apego, observando lo que me está ocurriendo en ese momento que me hace sentir estrés y tratar de ir más despacio, poniendo atención a las sensaciones del cuerpo, a lo que estoy pensando en ese momento y cuales son mis sentimientos, sin querer cambiarlos, solamente observándolos para posteriormente dejarlos ir, poniendo atención a las nuevas emociones, sensaciones y pensamientos que van surgiendo, dejar que fluyan y estar plenamente conscientes de ese momento presente sin intentar cambiarlo.
Beneficios científicamente comprobados del Mindfulness para la reducción del estrés.
1. Reducción de la Actividad del Cerebro Relacionada con el Estrés:
Estudios neurocientíficos han demostrado que la práctica regular de mindfulness disminuye la activación de la amígdala, una región del cerebro asociada con las respuestas al estrés.
2. Mejora de la Función Cognitiva:
La atención plena ha demostrado mejorar la concentración, la memoria y la toma de decisiones, lo que contribuye a una mejor gestión del estrés en situaciones cotidianas.
3. Reducción del Cortisol:
La práctica de mindfulness ha sido asociada con niveles más bajos de cortisol, la hormona del estrés en el cuerpo, lo que indica una respuesta fisiológica más equilibrada al estrés.
4. Reducción de la Reactividad Emocional:
Al desarrollar una consciencia plena, podemos observar nuestras emociones sin reaccionar de manera automática. Esto permite gestionar las respuestas emocionales de manera más calmada y reflexiva, disminuyendo la intensidad del estrés percibido.
5. Fomento de la Aceptación y del No Juicio:
El mindfulness promueve la aceptación de nuestras experiencias tal como son, sin juzgarlas como buenas o malas. Esto reduce la resistencia interna y fomenta una actitud más compasiva hacia uno mismo, disminuyendo la autocrítica y el estrés asociado.
6. Mayor Conexión Mente-Cuerpo:
La práctica regular de mindfulness fortalece la conexión entre la mente y el cuerpo. Esto puede ayudar a aliviar tensiones físicas asociadas con el estrés, como dolores de cabeza, dolores musculares y problemas gastrointestinales.
7. Reducción de la rumiación:
Al practicar mindfulness dejamos de estar centrados en el pasado que nos deprime, dejamos de darle vueltas a cualquier situación incómoda, difícil, triste o conflictiva que nos haya sucedido, ya que traemos nuestra atención al momento presente y eso nos permite no estar queriendo recomponer lo que ya no tiene forma de ser cambiado, ni estar aferrados a la ira, el enojo o la molestia que nos causó alguna situación vivida con otra persona.
Empezamos a restarle importancia ya que estar atentos al momento presente se vuelve mucho más interesante que estar pensando en el pasado que ya no podemos cambiar y esto por supuesto reduce el estrés que produce estar reviviendo los momentos difíciles vividos.
En el camino hacia la gestión del estrés, el mindfulness se presenta como una brújula confiable. Al cultivar una atención plena y una conexión consciente con el presente, podemos experimentar una mayor claridad mental y emocional, aliviando la carga del estrés diario. Introducir esta práctica en nuestra vida cotidiana no solo mejora nuestra capacidad para enfrentar desafíos, sino que también nos permite disfrutar plenamente de la riqueza de cada momento.
Un artículo escrito por la Doc. Martha Camargo Sánchez, para Fundación Sanando Heridas, 15/02/2024. Todos los derechos reservados.
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